Pocas cosas más ilusionantes se nos ocurren que echar a andar un nuevo proyecto profesional. No además uno cualquiera sino nuestro proyecto profesional, ese con el que siempre hemos soñado los que estamos detrás de CRISMACHEM, y que nos ha llevado en este año 2020 a pisar la cal de la línea de salida del emprendimiento no sin antes haber transitado el habitual recorrido en este tipo de andanzas: atrás quedan no sólo los años de formación, aprendizaje y experiencia imprescindibles para abordar este viaje, sino también los trámites burocráticos, fiscales, contractuales, financieros… pero todo ese ruido a la espalda de pronto deja de sonar y desaparece dejando ante nuestros ojos un terreno diáfano y límpido como lavado por una cortina de agua, preparado fascinantemente para trabajarlo.
El día que la máquina empieza a funcionar constituye una pequeña discontinuidad en el tiempo para todos los que de alguna manera formamos parte del proyecto; para nuestros trabajadores, proveedores, clientes y colaboradores. Precisamente porque el proyecto abandona definitivamente el mundo de las ideas para hacerse tangible y convertirse en una realidad empresarial que pretende ser referencia en la distribución y fabricación de especialidades químicas dentro del sector de la construcción, aportando al mercado soluciones innovadoras y sostenibles que permitan a nuestros socios elevarse frente a su competencia y brillar con luz propia.
Nosotros queremos ser su aliento y su soporte porque si de algo estamos seguros es que en la grupa de sus éxitos van encaramados también los nuestros.